18 noviembre 2009

Cuartos I

Ven, quiero que conozcas a alguien, abre la puerta. Esta es su habitación. Es difícil encontrar un centímetro libre en la pared, uno que no esté cubierto por imágenes de revistas, con fotos de animales, con dibujos o rayones. Hay también un sistema de hélices que giran al jalar el hilo de colores. Del techo cuelgan insectos de plástico, que se balancean lentamente por el viento que entra por la ventana entreabierta.

El sol se está poniendo, sus rayos entran casi horizontalmente, cubriendo todo con un melancólico tono naranja y sombras, que hacen que se vean las virutas de polvo bailar desanimadamente en el aire. Hay una cama, con un edredón descolorido de color verde militar, con animales de peluche y libros encima, las sábanas revueltas. La última persona que descanso allí estaba demasiado cansada como para levantar las cobijas.

Hay una mesita a un lado de la cama, con una lámpara de la que cuelgan algunos collares y hojas secas, todas de distintas plantas, un despertador sin baterías y una colección de aquellas cosas que suelen salir de los bolsillos, aun cuando uno jamás logre recordar cómo llegaron allí en primer lugar: Clips de colores, canicas, trocitos de espejo, uno que otro envoltorio, una foto doblada...

El cajón de la mesita está abierto. Si te asomas puedes sentir los recuerdos que descansan en las pequeñas cosas guardadas adentro… un arete de vidrio rosa en una cajita de vidrio, un carrito de juguete, un cabello envuelto en un papel… pulseras, apuntes, cartas… Del armario asoman la manga de una camisa negra y un zapato, suficiente para saber que el interior parece haber dado asilo a un tornado.

Cuidado con tropezarte, hay cajetillas de cigarro y botellas de coca-cola vacías dispersas sobre el suelo de madera, entre apuntes arrugados, algunos de física, con ecuaciones buscando algún sentido entre las líneas, números y esquemas, y otros el inicio de alguna novela que no verá nunca un final.

Si quieres puedes apagar la música, porque ya sé que estas cansado de la misma sencilla y triste melodía de piano que se repite una y otra vez en la lista de reproducción de la computadora que está sobre el escritorio, junto a una iguana en un frasco de formol, muerta o inmortalizada no lo sé, es probable que ambas. Un vaso lleno de plumas y flores secas sirve de apoyo a un portarretratos con el vidrio roto.

Tal vez ahora seas quien mas conoce a la figura que esta tirada en la otra esquina de este cuarto, encogida con la cabeza entre los brazos… No te recomiendo acercarte, la sangre en el suelo puede ensuciarte los zapatos.

1 comentario:

  1. Elena:

    Quisiera un día verte escribir acerca de lo hermoso que es ver el amanecer de cada día,quizá escuchar como hoy por fin encontraste a un amig@ con el cual te puedes tender en la cama mientras se rién del exquisito paisaje de los insectos en el cielo, haciendo de lo demás un gesto mundano de la vida. Sería mucho pedir que nos llenarán el corazón las teclas de tu piano, medir la distancia de tus brazos en un ciclo infinito, que la sensatez con la que hablas acerca del mundo fuera la misma que diera la claridad en tu persona.

    Creo que no pude haber elegir peor lugar para decirte lo mucho que te aprecio y quiero. Se que nunca veré a una helen rosa o con un poodle,bailando como shakira, solo espero el momento en que la figura que está tirada en la esquina del cuarto, se levante por fin y diga -Estoy viva-

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